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sábado, 11 de mayo de 2013

La larga historia de los Audiolibros

Como estamos pudiendo ver en este mismo blog, en los últimos tiempos estamos asistiendo a una expansión sin precendentes en el mundo de los audiolibros. Las nuevas tecnologías están permitiendo por un lado producir audiolibros de una forma más rápida y económica y por otro lado acercar los audiolibros a un público cada vez más cómodo con las nuevas tecnologías y con la distribución global gracias a Internet.

Pero la historia de los audiolibros se remonta a un tiempo después del comienzo de las grabaciones de audio. La primera grabación reproducible de la que se tiene constancia data del año 1860 gracias a Leon Scott, creador del  fonoautógrafo. Aunque no fué hasta la invención del LP (Long Play) allá por el 1930 que los audiolibros tomaron presencia.
Un grupo de estudiantes ciegos escuchando un "libro hablado" (Biblioteca del Congreso de EE.UU.)

De hecho desde 1934 y hasta 1948 los LP eran de forma casi exclusiva grabaciones de audiolibros para ciegos, y no grabaciones musicales. Y esto gracias a la acción de la Fundación Americana para los Ciegos que en 1930 creó un proyecto para acercar "libros hablados" a los ciegos.

Es por tanto natural que los audiolibros siempre se hayan asociado a su uso por parte de las personas ciegas, ya que fueron la fuente inicial de su creación y durante mucho tiempo las asociaciones y fundaciones para los ciegos han sido los grandes impulsores de la producción de audiolibros. De hecho en castellano, idioma para el que la industria del audiolibro no está tan desarrollada como para otros, es el Servicio Bibliográfico de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) el que cuenta con un catálogo más extenso de obras en castellano y además ha fomentado la producción de audiolibros para ese fondo, aunque sólo está disponible para los afiliados a la ONCE.

Sin embargo esto no es así ya. Los audiolibros ya no son de uso exclusivo de las personas ciegas y cada vez más personas se acercan a ellos para disfrutar de la literatura o el conocimiento que contienen. Esto es gracias a la cada vez mayor producción de audiolibros no restringidos al ámbito del mundo de los ciegos y a la facilidad del acceso a estos audiolibros en diferentes formatos, desde CD hasta descarga digital o reproducción en streaming en nuestros dispositivos móviles.

Y además los audiolibros no se ven ya sólo como sustitutivo de la lectura, sino por el audiolibro en si, que contiene no sólo la obra, también la interpretación de un narrador. Aunque no hay que tomar en vano la facilidad que ofrecen los audiolibros para poder disfrutar o aprender en ese tiempo que pasamos en el transporte diario a nuestro trabajo y que no nos es posible leer ya que estamos conduciendo por ejemplo. Son muchos los audiolibros de autoayuda o educativos de los que podemos sacar partido además de los de literatura y que sin la forma del audiolibro no tendríamos el momento para poder aprovecharlos.

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